miércoles, 14 de julio de 2010

Itinerarios Turísticos Habituales III

Iglesia de San Francisco y Plaza de la Corredera:

La iglesia medieval sufrió importantes transformaciones en el periodo barroco. El convento se creó en el siglo XIII, constituyéndose, con el apoyo de la Corona, en uno de los más poderosos de la ciudad y en la casa madre de la orden. Este fue suprimido en 1812, quedando solo la iglesia, ya que el convento en 1842 fue vendido a un particular. La iglesia se ajusta a los modelos franciscanos, de una sola nave, crucero y cabecera triple de absides poligonales, con sillares de piedra de acarreo. La restauración de 1977 dejó al descubierto parte de la estructura medieval del edificio: el abside izquierdo y el brazo del crucero correspondiente, de sillería. Del claustro se conserva la parte integrada en la plaza, es decir, dos de sus cuatro lados, éste se llevó a cabo entre 1662 y 1683. La parte conservada a sufrido diversas restauraciones, una de ellas efectuada por el arquitecto Félix Hernández, la última en la decada de 1980. Conserva esta iglesia una importante colección de pinturas, entre ellas el San Andrés, ubicado en el presbiterio, es obra firmada y fechada por Juan de Valdés Leal en 1647; de Antonio del Castillo, San Francisco recibiendo la inspiración divina y San Francisco predicando, efectuadas hacia 1650, colgados en la capilla de la Cofradía de la Caridad.

La portada de esta iglesia es de marmol gris y fechada hacia 1731. La portada de entrada a la plaza, el llamado Compás de San Francisco, es de hacia 1782. Sobre el retablo mayor de la iglesia fue contratado con Teodosio Sánchez de Rueda en 1720, realizando además las esculturas de Santo Domingo, San Francisco y San Pablo para el mismo retablo.

En el crucero hay dos retablos más, el de la izquierda dedicado a San José y el de la derecha a San Eloy, costeado en 1753 por el gremio de plateros, puesto que el mismo estaba bajo la advocación de dicho santo, y en Córdoba este oficio ha tenido y tiene gran importancia.

A esta iglesia se traslado la escultura del Señor de la Caridad, tras convertirse en museo el Hospital de la Caridad de la plaza del Potro, que se ha definido como "el más bello Crucificado de la Semana Santa cordobesa", realizada hacia 1603.

Desde aquí se puede volver a salir a la calle de San Fernando y subir por ella en dirección Capitulares, y bajar por la calle Espartería, hasta llegar a la plaza de la Corredera, que es, en su género, única en Andalucía, constituyéndose a la manera de las plazas mayores como las de Madrid y Salamanca. El topónimo aparece documentado en la segunda mitad del siglo XIII, lugar de posible herencia de la última etapa musulmana, y a mediados del siglo XIV, ya se conoce como plaza de la Corredera, aunque sus dimensiones y formas serán distintas a las actuales. Pero ya en el siglo XV era de gran vitalidad comercial y artesanal, donde se celebraban actos festivos, judiciales y otros, siendo una de las zonas principales de la ciudad. Esta plaza formaba parte de la collación de San Pedro (una de las más importantes y la más poblada de las quince collaciones con que contaba Córdoba en el siglo XV), la documentación del siglo XIII nos la indica como lugar destinado para correr caballos. En el siglo XV se encontraban ubicadas casas, tiendas y mesones, como el de Galiana, y hospitales, como el de la Santísima Trinidad y San Pedro, fundándose en el siglo XVI la Cofradía de Nuestra Señora del Socorro, uniéndose a su iglesia. Los alcaldes ordinarios libraban los pleitos en uno de los poyos de la Corredera, próximo a dicho hospital y allí se efectuarían muchas de las sentencias emitidas en los juicios. Según el padrón cordobes de 1509 residían en ella 111 vecinos, representando el 14% de los 794 que vivían en la collación citada. Este padrón se realizó con carácter impositivo a fin de obtener fondos para erradicar una plaga de langostas que asoló los campos andaluces, y por tanto, a Córdoba. En esta plaza se ejercían las más variadas profesiones destacando carpinteros, esparteros, candeleros, violeros (fabricantes de violas, instrumento musical de la misma forma que el violín, pero algo mayor y sus cuerdas son mucho más fuertes), sastres, boticarios, y en menor número, zapateros, mercaderes, taberneros, mesoneros, tenderos, confiteros, pregoneros, etc. Pero las más destacadas por el número de artesanos eran las de carpinteros, con 25 profesionales y esparteros con 10, debido en este último caso a que junto a la Corredera se ubicaba la Espartería, calle ya mencionada que recibió dicho nombre en la primera mitad del siglo XV. Esta amplia gama representativa de los sectores artesanal y comercial, así como su demografía, da idea de la vitalidad de la plaza que la hacía estar muy concurrida y donde los Jueves se celebraba un mercado. Así lo dice la Lozana Andaluza, la obra de Francisco Delicado, cuando al principio de su estancia en Roma, Aldonza, visita la ciudad y pasa por la plaza Navona donde había un mercado, recordando que en Córdoba se hacía los Jueves:

"Jueves, era Jueves, día de mercado, convidó Fernando los Comendadores"

(Francisco Delicado, Retrato de la Lozana Andaluza, para ver más, John Edwards, "Recuerdos de Córdoba: La Lozana Andaluza de Francisco Delicado", Actas del III Congreso de Historia de Andalucía, Andalucía Medieval, Córdoba, 2001).

Esta Plaza contaba además con una de las carnicerías creadas por el concejo de la ciudad y que más tarde pasaría a ser del cabildo catedralicio por tener éste el monopolio de la venta de carne en dicha época. En la plaza se vendía en exclusividad la caza y el queso y era uno de los lugares preferentes de la venta del pescado (para ver más sobre el mencionado padrón, ver J. Leva Cuevas, "Transcripción del Padrón de 1509 de Córdoba" en Ámbitos, números 5-6 (2001) ; J. Leva Cuevas, "La actividad profesional en Córdoba según el Padrón de 1509", Ámbitos, número 3 (2000), y J. Leva Cuevas en "Padrón de Córdoba de 1509: Sociedad y actividad económico-profesional", en Arte, Arqueología e Historia, número 8 (2001)).

En la Plaza también se efectuaron celebraciones festivas como juegos de esgrima, de cañas (juego que consistía en una batalla simulada de cuadrillas a caballo en las que usaban lanzas de madera. Entretenimiento de nobles), corridas de toros y torneos, convirtiendo a la zona en un lugar de esparcimiento de los ciudadanos cordobeses de la época. Podemos hacernos una idea de la vistosidad de los trajes de los participantes en torneos y esgrima, del relucir de las armas y escudos, de los caballos con sus monturas; todo un espectáculo visual el que se ofrecía, pero también de sonido, del relinchar de los caballos, del choque de las espadas y lanzas entre sí y en los escudos, del griterío, de clarines, etc. Los balcones o ajimeces, soberaos y ventanas de la Plaza se adornaban para la ocasión con lujo y exquisitez, donde los nobles cordobeses tenían sus lugares de observación privilegiados, puesto que aunque arrendasen las viviendas de las que eran propietarios, siempre se reservaban el derecho a ocupar durante los eventos las ventanas y balcones de las mismas. En defenitiva era una forma festiva de imponer una imagen de poder por parte del estamento privilegiado.

La Plaza fue también escogida para realizar los exámenes a los aspirantes a maestros esgrimidores, ya que Córdoba contó con una escuela afamada de esgrima y más ordenanzas al estar conformado el gremio de dicho oficio, así como debió tener un gran número de maestros de tal arte. En un documento notarial del 7 de Abril de 1496 se alude a uno de estos exámenes realizados en la citada plaza, en presencia de una serie de maestros examinadores y de numeroso público. A este respecto no debemos olvidar que la plaza fue un escenario principal de la obra de Vélez de Guevara, El Diablo Cojuelo donde podemos leer "...y llegando a la Corredera, que es la plaza donde siempre se hacen estas actividades, se pusieron a ver un juego de esgrima que estaba en medio del concurso de la gente, que en estas ocasiones suele siempre en aquella provincia preceder a las fiestas...", dando a entender que precediendo a cualquier actividad lúdica se realizaba una exhibición de esgrima. Los esgrimidores necesitaban examinarse para obtener el título de maestro y poder enseñar públicamente en las plazas y en sus casas. Aunque hay que diferenciar el uso que se hacia entonces de la esgrima y el de hoy como disciplina de los Juegos Olímpicos (para ver más, J. Leva Cuevas, "La Caballería y el Arte de la Esgrima en la ciudad de Córdoba en los siglos XV y XVI. La plaza de la Corredera como marco de su ejercicio", en Ámbitos, número 11 (2004)).

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1 comentarios:

Andrés Ortega dijo...

Me ha encantado este artículo, sobre todo en lo referente a los maestros de esgrima, pues es nuestro trabajo rescatar su noble arte a traves de los tratados que dejaron...

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